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Channel: Comentarios en: Calidad de vida
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Por: santos

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Pues discrepo de Ud. El empleo de la categoría calidad de vida tiene un gran valor en la práctica asistencial actual. Aunque su desarrollo inicial fue en el ámbito anglosajón, bajo el influjo de corrientes pragmático-utilitaristas y sus derivaciones teóricas consecuencialistas, actualmente es abordada prácticamente por todas las corrientes del pensamiento y atañe a ciencias como la medicina, la psicología, la sociología y a disciplinas como la bioética.

En cierto que no existe un consenso sobre la definición de calidad de vida (CV). En la literatura se utilizan los términos “estado de salud”, “bienestar“, “estado funcional”, “nivel de vida” o “calidad de vida relacionada con la salud” como sinónimos, cuando son sólo términos interrelacionados. Sin embargo, más allá de sus disímiles elaboraciones conceptuales, existe un amplio asentimiento acerca de su utilidad como indicador del bienestar integral del ser humano en un contexto determinado, dado su basamento en aspectos psicosomáticos, socioeconómicos y ecológicos, así como culturales y religioso-espirituales.

Durante las tres últimas décadas ha sido de especial relieve el empleo de la CV en la medición del impacto de determinadas patologías (enfermedades neoplásicas, degenerativas, procesos reumatológicos, cardiovasculares, respiratorios, entre otros). Entidades en las que tanto los indicadores epidemiológicos de morbi-mortalidad como los parámetros clínicos convencionales no logran expresar adecuadamente –o al menos de forma completa- las repercusiones de la enfermedad en el individuo, la familia y la sociedad. Lo anterior, ha reafirmado la necesidad de usar medidas subjetivas de valoración de la salud o de la calidad de vida relacionada con la salud (CVRS), cuya introducción tanto en el área investigativa como en la práctica clínica, mejoran la percepción sobre problemáticas y necesidades de otro modo pasadas por alto, permitiendo dinámicas de intervención más eficaces.

Pongo un ejemplo: supongamos que se realiza un ensayo clínico con un nuevo tratamiento para determinado tipo de patología neoplásica. Los investigadores no solo han de evaluar el impacto del nuevo producto en variables biofisiológicas o epidemiológicas de forma aislada (p. ej. supervivencia), sino además mediante variables que hacen referencia a la calidad de vida relacionada con la salud (alivio del dolor, validismo, reingresos, número de fármacos coadyuvantes…), de modo que aún cuando el nuevo fármaco no logre aumentar la supervivencia, si demuestra un impacto favorable en la CVRS podría ser validado.

La CVRS constituye pues, una importante variable de medida subjetiva del impacto que tanto la enfermedad como su manejo médico, producen en la vida de un individuo concreto. Su determinación nos aporta un resultado final que se centra en la persona y no en la enfermedad; en cómo se siente el paciente, independientemente de los datos clínicos o estadísticos, lo cual permite además, que los procesos asistenciales puedan ser cada vez más humanizados.

He abordado el tema con algo más de detenimiento en una entrada de mi blog Ethos&Technos, disponible en: http://medicablogs.diariomedico.com/santos/2011/01/15/la-%c2%abcalidad-de-vida%c2%bb-como-meta-e-indicador/


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